miércoles, 25 de junio de 2014

Poder y violencia en Los niños perdidos

En Los niños perdidos de Laila Ripoll nos encontramos como escenario la Guerra Civil española (1936-1939). En un desván de un orfanato se encuentran cuatro niños encerrados, niños ya sin identidad puesto que la han perdido con la guerra y ya solo se tienen el uno al otro. Viven con miedo al poder de una monja, a la que llaman Sor, la cual los tiene allí cautivos sin apenas proporcionarles alimento.

La obra no es más que una crítica a lo que no nos quisieron contar de la Guerra Civil y la denuncia de la violencia hacia los más débiles, en este caso cuatro niños que lo han perdido todo pero que guardan en su conciencia cierta esperanza de volver a vivir como antes de que sus padres "los abandonaran" en aquel horrible lugar en el que son maltratados.


En la obra, como podemos observar, se aprecia cómo el poder máximo está en manos de la sociedad, una sociedad en guerra que no ve más allá de obtener el poder por encima de todo y de todos y en la que se lucha sin saber muy bien el motivo (al igual que el continuo rodar de una piedra, como se pone de manifiesto en la novela de la revolución mexicana). Ese poder es aquí representado en la figura de la monja, la cual es la responsable de la muerte de los niños, Lázaro y Marqués, a los cuales mata de una paliza y al más pequeño de los niños, Cucachica, al arrojarlo por la ventana del desván. Sus muertes son escondidas por las demás monjas del convento para "no llamar la atención". Esta situación provoca la ira de otro de los niños, Tuso, que actúa con violencia en un acto de venganza y arroja a Sor por un escalera provocándole la muerte. En este sentido, podríamos interpretar una crítica a los órdenes de la Iglesia y a la violencia con la que actuaban en esos tiempos de guerra, en los que se maltrataba hasta la muerte a los niños inocentes solo porque sus padres eran "rojos" y ese hecho no tenía consecuencias ninguna.
En efecto, todos los personajes de la obra están muertos, todos son víctimas del poder de la guerra, todos menos Tuso, en cuya de memoria de discapacitado viven los niños que un día compartieron desván y desventuras con él.

En este contexto, me ha parecido interesante incluir este video en el que encontramos varios testimonios de personas que de niños vivieron de primera mano las consecuencias de la guerra. Son testimonios aterradores que nos da muestra de hasta qué punto es capaz de llegar la violencia y la represión de una sociedad en guerra.


Podemos observar, tanto en esta otra como en la de La paz perpetua que el poder máximo reside en la sociedad, una sociedad que nos maneja para conseguir su objetivo y que no duda en recurrir a la violencia para conseguirlo.

Fuente: Youtube.com

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