miércoles, 25 de junio de 2014

Poder y violencia en La paz perpetua

En La paz perpetua del autor Juan Mayorga asistimos a la escena de tres perros que compiten para un puesto en la brigada antiterrorista. Están encerrados en una habitación y vigilados por otro perro que ya trabajó en el puesto al que aspiran (Casius) y por el Humano que los controla a todos. Estos perros tienen que superar unas pruebas, tanto físicas como psicológicas, así como una prueba especial en el caso en el que empataran.
En el transcurso de la obra observamos que cada uno de los perros representa una personalidad diferente: Enmanuel es el más paciente y el que más razona (recordemos la obra homónima del filósofo Enmanuel Kant), John-John es el más impulsivo e ingenuo que se deja llevar por las opiniones de uno y de otro y Odín es envidioso y, de alguna forma, el que cree tener el poder de manipular a sus dos compañeros. 
Estos dos últimos personaje son importantes para desarrollar este tema de la violencia relacionada con el poder. Lo podemos observar en la última escena en la que se enfrentan a la prueba especial: hay una persona detrás de una puerta que puede ser terrorista o inocente y tienen que decidir si atacar o no. Enmanuel, el más racional, opta por el diálogo puesto que podría morir un inocente mientras que Odín y John-John (manipulado por Odín) optan por atacar sin dudarlo. Hay un enfrentamiento entre Enmanuel y los demás hasta que estos, presionados por el Humano y Casius atacan a Enmanuel acabando con su vida. 





El mensaje de la obra está claro: en un mundo en el que se ejerce un poder (en este caso representado en la presión que ejerce Casius y el Humano) siempre ganará la violencia en detrimento del diálogo.

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