lunes, 19 de mayo de 2014

Símbolos en Bodas de sangre

Numerosos son los símbolos que aparecen en la obra de García Lorca, Bodas de sangre. Estos símbolos, en conjunto y cada uno a su forma, auguran el final trágico de la obra y, además, aparecen en otras obras de nuestro autor.

El primer símbolo que podemos apreciar en la obra es el de la navaja, puñal o cuchillo. Este simboliza la muerte, presente durante toda la obra y que el personaje de la Madre augura al principio de esta.
Novio: Déjalo. Comeré uvas. Dame la navaja.
Madre: ¿Para qué?
Novio: (Riendo)Para cortarlas.
Madre: (Entre dientes y buscándola)La navaja, la navaja... Malditas sean todas y el
bribón que las inventó.
Novio:Vamos a otro asunto.
Madre: Y las escopetas, y las pistolas, y el cuchillo más pequeño, y hasta las azadas y
los bieldos de la era. 
A causa de una navaja murió su marido y a causa de ella, sin saberlo, morirán los protagonistas de la tragedia, de entre ellos su hijo.

NoviaY esto es un cuchillo, un cuchillito que apenas cabe en la mano; pez sin escamas ni río, para que un día señalado, entre las dos y las tres, con este cuchillo se queden dos hombres duros con los labios amarillos. 





Otro de los símbolos más característicos de esta obra es el caballo. Este animal simboliza la virilidad, la fuerza básicamente, que podemos identificar con el personaje de Leonardo, un personaje dominado por la pasión (que acaba en tragedia), como ocurre con un caballo salvaje desbocado, dominado por su condición. Además, aparece como predicador de la muerte y cómo elemento básico para que la tragedia se produzca puestos que montados a caballo nuestros protagonistas irán a encontrarse con la muerte. En la nana del segundo cuadro del primer acto aparece en numerosas ocasiones a modo de presagio:
SuegraDuérmete, rosal, que el caballo se pone a llorar. MujerNana, niño, nana. SuegraAy, caballo grande, que no quiso el agua! 

Nana del caballo grande




El símbolo del agua, en cambio, representa el fluir de la vida, siempre que esté en movimiento y no estancada. En esta obra, aparece varias veces el agua con esa connotación: la sangre y la vida que fluye como en la nana anteriormente expuesta y como en el siguiente fragmento:
Criada: (Arreglando en una mesa copas y bandejas)
Giraba,
giraba la rueda
y el agua pasaba,
porque llega la boda,
que se aparten las ramas
y la luna se adorne
por su blanca baranda.
El agua, además, aparece simbolizando la purificación, la honra de las muchachas:

Madre: Al agua se tiran las honradas, las limpias; ¡esa, no! Pero ya es mujer de mi hijo. 
 


Por último, cabría analizar otro símbolo clave para la obra: la luna. Esta es la mensajera de la muerte y todo lo que en sí conlleva, como la violencia. La luna en esta obra aparece como un personaje más y va a ser esencial para el desarrollo de la obra, al igual que la mendiga con la que dialoga, que simboliza la muerte. Esta, al igual que todos los demás símbolos, es nombrada mucho antes del desenlace de la obra augurando sutilmente el final trágico de la misma:
Criada: ¡Ay pastora, que la luna asoma! 
 
A la luz de la luna mueren los personajes, es la que ilumina el paisaje para que la tragedia se produzca y finalmente los personajes mueran.

Luna: ¡Allí vienen!  (Se va. Queda la escena a oscuras.)  Mendiga¡De prisa! Mucha luz. ¿Me has oído? ¡No pueden escaparse! (Entran el novio y mozo 1. La mendiga se sienta y se tapa con el manto.) 



viernes, 16 de mayo de 2014

Satanismo como telón de fondo en don Álvaro

La dialéctica entre el cielo y el infierno, el demonio y Dios es uno de los grandes temas de la literatura y del arte en general de todos los tiempos. Este mismo enfrentamiento lo encontramos en la obra Don Álvaro o la fuerza del sino, concretamente ejemplificado en los personajes de don Álvaro y don Alfonso.

En la jornada V asistimos a varias escenas y alusiones al satanismo, como lo es la sospecha del Hermano Melitón de que el Padre Rafael (don Álvaro en realidad) no es una persona clara. Desde el principio de la jornada, observamos cómo este personaje no consigue fiarse del Padre Rafael puesto que intuye algo en él que no podía ser bueno. Este personaje actúa como predicador del final de la obra y cómo revelador de la verdadera personalidad del indiano, una persona que reacciona bruscamente ante ciertas alusiones a su origen.

H. MELITÓN. Tiene cosas muy raras. El otro día estaba cavando en la
huerta, y tan pálido y tan desemejado, que le dije en
broma: Padre, parece un mulato; y me echó una mirada,
y cerró el puño, y aún lo enarboló de modo que parecía
que me iba a tragar. Pero se contuvo, se echó la capucha
y desapareció; digo, se marchó de allí a buen paso.

Observamos cómo, al Hermano Melitón hacerle referencia a nuestro protagonista de su origen incierto (sin ser consciente de ello), don Álvaro reacciona con brusquedad puesto que es consciente de que el ser mestizo y no saber exactamente su origen es algo que mancha su honor como hombre. He aquí otro rasgo satánico y demoníaco de este personaje, su origen incierto: nadie, ni él mismo, sabe de dónde procede.



Por otro lado, como sabemos, nuestro personaje oculta a lo largo de la obra más veces su personalidad (como anteriormente ante don Carlos, haciéndose pasar por don Fadrique), su satánica personalidad: nunca es quién dice ser, como el alma de un demonio que se esconde bajo la presencia de un humano para conseguir sus malignos objetivos en la Tierra y en este caso, escondido antitéticamente bajo la presencia de un clérigo. Quizás, con esta caracterización, nuestro autor nos quiere hacer ver que el cielo y el infierno no están tan alejados uno de otro como creemos: el Bien y el Mal se complementan de alguna forma.


Al aparecer en escena don Alfonso observamos que también tiene una personalidad oscura. Para empezar, vive movido por la venganza, no tiene otro objetivo en la vida que vengarse de don Álvaro. No es más que otro demonio encarnado, al igual que don Álvaro. En este caso, además de su venganza, también busca desenmascarar al que los demás creen ser el Padre Rafael, busca sacar al demonio que lleva dentro su enemigo para, por fin, mandarlo al infierno. Así, ell Hermano Melitón se percata de que está delante de dos demonios:

H. MELITÓN. ¡Al infierno!... ¡buen viaje!
También que era del infierno
dijo, para mi gobierno,
aquel nuevo personaje.
¡Jesús, y qué caras tan!...
Me temo que mis sospechas
han de quedar satisfechas.
Voy a ver por dónde van.

Asistimos aquí a una lucha entre dos demonios, cada uno con sus lados oscuros y sus objetivos, pero que no dejan de ser personajes provenientes del mismísimo infierno.
No hay más que atender al paisaje agreste y lúgubre que se muestra en las acotaciones de la escena en la que ambos luchan para percatarnos de que podríamos ser testigos de una lucha en el inframundo.

ESCENA IX
El teatro representa un valle rodeado de riscos inaccesibles y de
malezas, atravesado por un arroyuelo. Sobre un peñasco accesible
con dificultad, y colocado al fondo, habrá una medio gruta, medio
ermita con puerta practicable, y una campana que pueda sonar y
tocarse desde dentro; el cielo representará el ponerse el sol de un
día borrascoso, se irá oscureciendo lentamente la escena y
aumentándose los truenos y relámpagos, DON ÁLVARO y DON
ALFONSO salen por un lado

Y por último, don Álvaro incurre al suicidio para acabar con su vida, como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta lo diabólico de su personalidad.

DON ÁLVARO. Infierno, abre tu boca y trágame. Húndase el cielo,
perezca la raza humana; exterminio, destrucción... (Sube
a lo más alto del monte y se precipita.)












domingo, 11 de mayo de 2014

Quién es quién

En la jornada III de la obra asistimos a un momento clave para el desarrollo de esta como es el descubrimiento por don Félix de la identidad de don Fadrique.
Recordemos que anterior a este descubrimiento, don Félix (don Carlos, hermano de doña Leonor) y don Fadrique (don Álvaro) se habían hecho muy buenos amigos al salvarle este la vida a aquel. A raíz de esa amistad en la que ambos ocultan su verdadera identidad surge la escena que procedemos a comentar.

Don Fadrique (para don Carlos) es herido de gravedad a causa de un balazo en el pecho. Tras recuperar la conciencia por la herida y conversar con su amigo don Félix, este advierte el nerviosismo de su amigo al nombrarle "Calatrava". El diálogo continúa y, al creer don Álvaro que (por fin) alcanzaría la muerte al parecer la herida tan profunda, le entrega una llave pide a su amigo don Félix un "último" favor: tendría que abrir su maleta y buscar una cajita con documentos que, sin abrirla, tendría que ser quemada.

En ella con sobre y sello
un legajo hay de papeles;
custodiarlos con esmero,
y al momento que yo expire
los daréis, amigo al fuego

Don Félix promete hacer justo lo que su amigo le pide pero, en ese momento, cae en la cuenta de la reacción que tuvo al decir "Calatrava" delante de su amigo y empieza a atar cabos. Surge ahí un problema moral de don Carlos que expresa en un soliloquio: no podía romper el juramento hecho a su amigo en su lecho de muerte pero tenía que saber si don Fadrique en realidad era quién decía ser o, en cambio, era su enemigo don Álvaro que tanto buscaba. Tras esa reflexión, decide abrir la caja traicionando su promesa y descubre que, como bien pensaba, don Fadrique era en realidad don Álvaro al encontrar en esa caja un retrato de doña Leonor, su hermana.

¡Cielos!.. no... no me engañé,
esta es mi hermana Leonor...
¿para qué prueba mayor?...
Con la más clara encontré.
Ya está todo averiguado;
don Álvaro es el herido.


En ese momento, su ira solo le lleva al deseo de acabar con la vida del que creía su amigo porque así alcanzaría su objetivo pero finalmente reflexiona y decide no matarlo puesto que estaba herido de gravedad y la muerte se lo llevaría sin su ayuda.

¡Cuán feliz será mi suerte
si la venganza y castigo
sólo de un golpe consigo,
a los dos dando la muerte!
Mas... ¡ah!... no me precipite
mi honra, cielos, ofendida.
Guardad a este hombre la vida
para que yo se la quite.

Pero, contra todo pronóstico, don Álvaro se recupera de su herida y don Carlos decide ocultarle a "su amigo" la información que ahora tiene para matarlo con sus propias manos cuando nuestro protagonista se repusiera totalmente de su herida de bala y así poder recuperar su honra y la de su familia.






Monólogo de Don Álvaro

En esta entrada analizaremos lo que se quiere expresar en el monólogo de Don Álvaro en la jornada III de la obra. 

En dicho monólogo, nuestro personaje se lamenta por no encontrar la muerte aun deseándola con todas sus fuerzas al no encontrar ya sentido a su existencia. Su soliloquio comienza exclamando esta pena:

 ¡Qué carga tan insufrible
es el ambiente vital
para el mezquino mortal
que nace en signo terrible!

Aparece también la idea de la vida como algo breve pero que, paradójicamente, a él le parece eterna y le parece estar entre rejas:


¡Qué eternidad tan horrible
la breve vida! Este mundo,
¡qué calabozo profundo
para el hombre desdichado
a quien mira el cielo airado
con su ceño furibundo!

A medida que avanza el monólogo, observamos cómo Don Álvaro reflexiona sobre este tema
admitiendo lo injusto del devenir: la muerte le llega a las personas que no la buscan y son felices y, en cambio, tarda en llegarle a aquellas que, como él, la están esperando con ansia:


Parece, sí, que a medida
que es más dura y más amarga,
más extiende, más alarga
el destino nuestra vida.

El soliloquio avanza y aparece la causa de su pesar: solo un día de su vida fue completamente feliz y ya no lo será más puesto que ese momento de completa felicidad lo vivió junto a su amada Leonor, a la que cree muerta y a la que le pide mediante este monólogo que se lo lleve con ella. Observamos, por tanto, la muerte como única vía de escape de su amarga y triste vida sin su amada.

Socórreme, mi Leonor,
gala del suelo andaluz,
que ya eres ángel de luz
junto al trono del Señor.

En conclusión, a nuestro protagonista no le importa nada en esta vida y solo desea reunirse con Leonor a la que ama más que a su propia vida y ya ni siquiera su venganza contra el hermano de su amada puede con su deseo de encontrar la muerte:

¿Qué me importa, por ventura,
que triunfe Carlos o no?