viernes, 16 de mayo de 2014

Satanismo como telón de fondo en don Álvaro

La dialéctica entre el cielo y el infierno, el demonio y Dios es uno de los grandes temas de la literatura y del arte en general de todos los tiempos. Este mismo enfrentamiento lo encontramos en la obra Don Álvaro o la fuerza del sino, concretamente ejemplificado en los personajes de don Álvaro y don Alfonso.

En la jornada V asistimos a varias escenas y alusiones al satanismo, como lo es la sospecha del Hermano Melitón de que el Padre Rafael (don Álvaro en realidad) no es una persona clara. Desde el principio de la jornada, observamos cómo este personaje no consigue fiarse del Padre Rafael puesto que intuye algo en él que no podía ser bueno. Este personaje actúa como predicador del final de la obra y cómo revelador de la verdadera personalidad del indiano, una persona que reacciona bruscamente ante ciertas alusiones a su origen.

H. MELITÓN. Tiene cosas muy raras. El otro día estaba cavando en la
huerta, y tan pálido y tan desemejado, que le dije en
broma: Padre, parece un mulato; y me echó una mirada,
y cerró el puño, y aún lo enarboló de modo que parecía
que me iba a tragar. Pero se contuvo, se echó la capucha
y desapareció; digo, se marchó de allí a buen paso.

Observamos cómo, al Hermano Melitón hacerle referencia a nuestro protagonista de su origen incierto (sin ser consciente de ello), don Álvaro reacciona con brusquedad puesto que es consciente de que el ser mestizo y no saber exactamente su origen es algo que mancha su honor como hombre. He aquí otro rasgo satánico y demoníaco de este personaje, su origen incierto: nadie, ni él mismo, sabe de dónde procede.



Por otro lado, como sabemos, nuestro personaje oculta a lo largo de la obra más veces su personalidad (como anteriormente ante don Carlos, haciéndose pasar por don Fadrique), su satánica personalidad: nunca es quién dice ser, como el alma de un demonio que se esconde bajo la presencia de un humano para conseguir sus malignos objetivos en la Tierra y en este caso, escondido antitéticamente bajo la presencia de un clérigo. Quizás, con esta caracterización, nuestro autor nos quiere hacer ver que el cielo y el infierno no están tan alejados uno de otro como creemos: el Bien y el Mal se complementan de alguna forma.


Al aparecer en escena don Alfonso observamos que también tiene una personalidad oscura. Para empezar, vive movido por la venganza, no tiene otro objetivo en la vida que vengarse de don Álvaro. No es más que otro demonio encarnado, al igual que don Álvaro. En este caso, además de su venganza, también busca desenmascarar al que los demás creen ser el Padre Rafael, busca sacar al demonio que lleva dentro su enemigo para, por fin, mandarlo al infierno. Así, ell Hermano Melitón se percata de que está delante de dos demonios:

H. MELITÓN. ¡Al infierno!... ¡buen viaje!
También que era del infierno
dijo, para mi gobierno,
aquel nuevo personaje.
¡Jesús, y qué caras tan!...
Me temo que mis sospechas
han de quedar satisfechas.
Voy a ver por dónde van.

Asistimos aquí a una lucha entre dos demonios, cada uno con sus lados oscuros y sus objetivos, pero que no dejan de ser personajes provenientes del mismísimo infierno.
No hay más que atender al paisaje agreste y lúgubre que se muestra en las acotaciones de la escena en la que ambos luchan para percatarnos de que podríamos ser testigos de una lucha en el inframundo.

ESCENA IX
El teatro representa un valle rodeado de riscos inaccesibles y de
malezas, atravesado por un arroyuelo. Sobre un peñasco accesible
con dificultad, y colocado al fondo, habrá una medio gruta, medio
ermita con puerta practicable, y una campana que pueda sonar y
tocarse desde dentro; el cielo representará el ponerse el sol de un
día borrascoso, se irá oscureciendo lentamente la escena y
aumentándose los truenos y relámpagos, DON ÁLVARO y DON
ALFONSO salen por un lado

Y por último, don Álvaro incurre al suicidio para acabar con su vida, como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta lo diabólico de su personalidad.

DON ÁLVARO. Infierno, abre tu boca y trágame. Húndase el cielo,
perezca la raza humana; exterminio, destrucción... (Sube
a lo más alto del monte y se precipita.)












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