Recordemos que anterior a este descubrimiento, don Félix (don Carlos, hermano de doña Leonor) y don Fadrique (don Álvaro) se habían hecho muy buenos amigos al salvarle este la vida a aquel. A raíz de esa amistad en la que ambos ocultan su verdadera identidad surge la escena que procedemos a comentar.
Don Fadrique (para don Carlos) es herido de gravedad a causa de un balazo en el pecho. Tras recuperar la conciencia por la herida y conversar con su amigo don Félix, este advierte el nerviosismo de su amigo al nombrarle "Calatrava". El diálogo continúa y, al creer don Álvaro que (por fin) alcanzaría la muerte al parecer la herida tan profunda, le entrega una llave pide a su amigo don Félix un "último" favor: tendría que abrir su maleta y buscar una cajita con documentos que, sin abrirla, tendría que ser quemada.
En ella con sobre y sello
un legajo hay de papeles;
custodiarlos con esmero,
y al momento que yo expire
los daréis, amigo al fuego
Don Félix promete hacer justo lo que su amigo le pide pero, en ese momento, cae en la cuenta de la reacción que tuvo al decir "Calatrava" delante de su amigo y empieza a atar cabos. Surge ahí un problema moral de don Carlos que expresa en un soliloquio: no podía romper el juramento hecho a su amigo en su lecho de muerte pero tenía que saber si don Fadrique en realidad era quién decía ser o, en cambio, era su enemigo don Álvaro que tanto buscaba. Tras esa reflexión, decide abrir la caja traicionando su promesa y descubre que, como bien pensaba, don Fadrique era en realidad don Álvaro al encontrar en esa caja un retrato de doña Leonor, su hermana.
¡Cielos!.. no... no me engañé,
esta es mi hermana Leonor...
¿para qué prueba mayor?...
Con la más clara encontré.
Ya está todo averiguado;
don Álvaro es el herido.
En ese momento, su ira solo le lleva al deseo de acabar con la vida del que creía su amigo porque así alcanzaría su objetivo pero finalmente reflexiona y decide no matarlo puesto que estaba herido de gravedad y la muerte se lo llevaría sin su ayuda.
¡Cuán feliz será mi suerte
si la venganza y castigo
sólo de un golpe consigo,
a los dos dando la muerte!
Mas... ¡ah!... no me precipite
mi honra, cielos, ofendida.
Guardad a este hombre la vida
para que yo se la quite.
Pero, contra todo pronóstico, don Álvaro se recupera de su herida y don Carlos decide ocultarle a "su amigo" la información que ahora tiene para matarlo con sus propias manos cuando nuestro protagonista se repusiera totalmente de su herida de bala y así poder recuperar su honra y la de su familia.
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