En
esta entrada analizaremos lo que se quiere expresar en el monólogo de Don Álvaro en la jornada
III de la obra.
En
dicho monólogo, nuestro personaje se lamenta por no encontrar la
muerte aun deseándola con todas sus fuerzas al no encontrar ya
sentido a su existencia. Su soliloquio comienza exclamando esta pena:
¡Qué carga tan insufrible | |
es el ambiente vital | |
para el mezquino mortal | |
que nace en signo terrible! |
Aparece también la idea de la vida
como algo breve pero que, paradójicamente, a él le parece eterna y le parece estar entre rejas:
¡Qué eternidad tan horrible | |
la breve vida! Este mundo, | |
¡qué calabozo profundo | |
para el hombre desdichado | |
a quien mira el cielo airado | |
con su ceño furibundo! |
A medida que avanza el monólogo,
observamos cómo Don Álvaro reflexiona sobre este tema
admitiendo lo
injusto del devenir: la muerte le llega a las personas que no la
buscan y son felices y, en cambio, tarda en llegarle a aquellas que,
como él, la están esperando con ansia:
Parece, sí, que a medida | |
que es más dura y más amarga, | |
más extiende, más alarga | |
el destino nuestra vida. |
El soliloquio avanza y aparece la causa
de su pesar: solo un día de su vida fue completamente feliz y ya no lo será más puesto que ese momento de completa felicidad lo vivió junto a su amada Leonor, a la que cree muerta y a la que le pide
mediante este monólogo que se lo lleve con ella. Observamos, por
tanto, la muerte como única vía de escape de su amarga y triste
vida sin su amada.
Socórreme, mi Leonor, | |
gala del suelo andaluz, | |
que ya eres ángel de luz | |
junto al trono del Señor. |
En conclusión, a nuestro protagonista
no le importa nada en esta vida y solo desea reunirse con Leonor a la
que ama más que a su propia vida y ya ni siquiera su venganza contra
el hermano de su amada puede con su deseo de encontrar la muerte:
¿Qué me importa, por ventura, | |
que triunfe Carlos o no? |
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